Esta noche explotó un avión no tripulado en Tel Aviv que llegó de Yemen. Todos los medios no paran de hablar de lo sucedido. Es un fenómeno increíble. Cada vez que ocurre algo de este estilo en Tel Aviv o Jerusalén, se convierte en el tema central y único, y por supuesto, es importante. Pero, junto a este fenómeno, hay otro que no podemos ignorar. El norte del país está siendo bombardeado diariamente por Hezbolá.
Los habitantes han sido evacuados, y las ciudades y pueblos se han convertido en ciudades fantasma sin una solución a la vista en el futuro cercano. ¿Y los medios? Ya se han acostumbrado. Nos informan sobre cuántos misiles, drones y aviones no tripulados han caído en el norte. Nos lo cuentan, pero la noticia se hace cada vez más pequeña, más y más insignificante.
Hay que ser honestos y reconocer que existen medios que no se olvidan del norte, pero al mismo tiempo, debemos admitir que el Estado de Israel sí lo ha hecho. A través del gobierno, el Estado ha transformado el norte en una zona de seguridad, y los habitantes que vivían allí son completamente invisibles. No hay palabras para describir esta situación; la palabra ‘vergüenza’ se queda corta.
Lo peor que le puede pasar a una sociedad es transformar partes de ella en invisibles. Israel se ha hecho experta en esto y es hora de que empiece a dar colores, imágenes, sonidos, caras, sentimientos y todo lo necesario a todas las partes que hoy son invisibles.
El fenómeno de centro y periferia, que tiene una función central en la sociedad israelí, debe desaparecer del mundo de definiciones. Esto es crucial en estos días. No se puede olvidar el norte ni el sur. Un misil en Galilea, el Golán, Tel Aviv o Jerusalén debe recibir la misma atención. Sin esto, seguiremos disminuyendo, no físicamente ni topográficamente, sino moralmente.
Rabino Uri Ayalon
Jerusalem